Estimados jóvenes:
Compartir con ustedes, siempre es un privilegio, pues me permite ver qué valores, sueños, ilusiones, esperanzas y talentos tiene cada uno. Es así que conversando con Esteban Soto, conocido cariñosamente como "Yiru", me contó que él escribía picardías campesinas. Por ello, es que hoy les regalo uno de sus versos y les invito a visitar el sitio web de Esteban (www.biblioredes.cl/picardiascampesinas.cl) en el que irá colocando parte de su creación. La sugerencia es a que se atrevan a mostrar lo que hace cada uno pues ello nos permitirá valorarnos en toda nuestra dimensión. No tengan miedo.
Mis saludos.
Cabalgata
Yo no sé por qué motivo
Me vine caballo abajo
Quedando como un colgajo
Agarrado de un estribo
Perdí hasta el apelativo
Forcejeando en tal postura
Sentí llegar a mí la locura
Quise gemir y gritar
Y sin poder alcanzar
Ni las riendas ni la montura.
Ay de mí si la potranca
Saliera de aquí apretando
Y ahí estaba tiritando
Al lado de una barranca
De los pechos hasta el anca
Tiritaba el animal
Para colmo de mi mal
Una astilla de romero
Medio a medio en el trasero
Me hería como un puñal.
Cuando empecé a presentir
Que mi muerte se acercaba
Sentí a un huaso que silbaba
Y me sentí revivir
Otra vez mi porvenir
Se veía cristalino
En cuanto me vio el indigno
Y sacándose el sombrero
Me dice adiós, caballero,
Y prosiguió su camino.
¡Socórreme, huaso chucho!
Con furia yo le grité
Me dijo perdóneme
Si colgando usted se puso
La culpa no tengo yo
Mi taita a mi me enseñó
A cabalgar de otra manera
Usted monte como quiera
Dijo el breva y se marchó.
Por fortuna mi Dios Santo
De mí se compadeció
No sé cómo me libro
De aquel tremendo espanto
Pero casi me atraganto
Pensando en el huaso fallo
Tiempo después el muy gallo
Me encontró por Curicó
Y al verme me preguntó:
¿Aprendió a andar a caballo?
Yo no sé por qué motivo
Me vine caballo abajo
Quedando como un colgajo
Agarrado de un estribo
Perdí hasta el apelativo
Forcejeando en tal postura
Sentí llegar a mí la locura
Quise gemir y gritar
Y sin poder alcanzar
Ni las riendas ni la montura.
Ay de mí si la potranca
Saliera de aquí apretando
Y ahí estaba tiritando
Al lado de una barranca
De los pechos hasta el anca
Tiritaba el animal
Para colmo de mi mal
Una astilla de romero
Medio a medio en el trasero
Me hería como un puñal.
Cuando empecé a presentir
Que mi muerte se acercaba
Sentí a un huaso que silbaba
Y me sentí revivir
Otra vez mi porvenir
Se veía cristalino
En cuanto me vio el indigno
Y sacándose el sombrero
Me dice adiós, caballero,
Y prosiguió su camino.
¡Socórreme, huaso chucho!
Con furia yo le grité
Me dijo perdóneme
Si colgando usted se puso
La culpa no tengo yo
Mi taita a mi me enseñó
A cabalgar de otra manera
Usted monte como quiera
Dijo el breva y se marchó.
Por fortuna mi Dios Santo
De mí se compadeció
No sé cómo me libro
De aquel tremendo espanto
Pero casi me atraganto
Pensando en el huaso fallo
Tiempo después el muy gallo
Me encontró por Curicó
Y al verme me preguntó:
¿Aprendió a andar a caballo?